Sentido fallecimiento del poeta Jacobo Rauskin
El Centro Cultural de la República El Cabildo, extensión cultural del Congreso Nacional, participa el sentido fallecimiento del poeta Jacobo Rauskin, director durante muchos años de la Biblioteca Municipal Augusto Roa Bastos, en donde también tuvo a su cargo el Taller de Literatura de la Biblioteca Municipal. Premio Nacional de Literatura 2007, Maestro del arte del CCR Cabildo 2010, fue socio fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay, y participó de numerosos coloquios, disertaciones, conferencias sobre literatura, tanto dentro como fuera del país. Sus obras trascendieron las fronteras, con publicaciones a través de editoriales extranjeras.
Con algunos poemas de su autoría le rendimos un pequeño homenaje.
Vive este día como si fuera el último
¿Y para dónde el viaje? Te has quedado
sin combustible en la carretera
que va de todos modos a ninguna parte.
Si quieres caminar un rato, protégete
del sol con un periódico.
Y no te alejes mucho del automóvil.
Y no andes descalzo, cuídate de los escorpiones.
Vive este día como si fuera el último.
Además, es probable que sea el último.
Pequeño coro de bebedores de cerveza
La eternidad es un descuido permanente.
No teníamos la menor idea
de los innumerables días.
Para nosotros, eran como frases hechas.
Nada sabíamos de los meses:
mayo era igual a junio.
Y sabíamos mucho menos
de los muy bien contados años
que son la distancia entre dos fechas
enlazadas por un guión. De todos modos,
el guión entre dos palabras o fechas
es un signo que indica
algo así como un casamiento por interés.
Leíamos un solo periódico,
un pasquín lamentable, mentiroso.
Y, poco a poco, sorbo a sorbo,
bebíamos cerveza cuando la sed nos juntaba.
Éramos tres o cuatro bebedores de cerveza.
Eso éramos, eso.
Un día ya lejano para todos,
incluso para mí,
que estoy hecho de pura lejanía,
cierra sus puertas un café notable,
antiguo, frecuentado por gente conocida
y por gente común, por gente de café,
gente sin prisa, gente que se ofrece
a la conversación entendida como un arte;
a los dados, que son un descanso;
al ajedrez, que es una metáfora del destino;
y al billar, que no deja de ser un intento
de humana perfección lúdica.
Con la verdad del tedio y con el dolor del tiempo,
dibujo ahora flores a su memoria.
Flores rupestres, claro, porque
era una cueva aquel café.
Una cueva con cierta magia.
Un lugar para oír palabras
que venían de lo más hondo de mí mismo
como si en realidad salieran de una cueva.
Creo haberlas oído durante años.
Creo haberlas oído cuando las luces
– estalactitas de neón y estalagmitas de lo mismo-
se encendían, iluminándome.